No pretendo aguarle la fiesta a nadie, así que si están de regocijo por la Miss Universo colombiana, mejor paren de leer aquí, sigan celebrando y que nada ni nadie se los impida! Pero, después de una semana de arduo trabajo, de la mano de mujeres inteligentes, altas, bajitas, flacas, gordas, solteras, mamás, casadas, con cicatrices, con tatuajes, jóvenes, adultas, fuertes, inspiradoras, BELLAS sin seguir ningún canon pero en toda la extensión de la palabra, en una ciudad con tantos issues con la belleza, creo que por fin entendí el porqué de mi sensación agridulce con la corona que se llevó Colombia el pasado domingo en la desvelada de elección y coronación de "la mujer más bella del universo". Y es que... el verbo "coronar" nos ha hecho tanto daño... y creo que esta vez no es la excepción...
Colombia debe ser el país donde se realiza el mayor número de reinados en el mundo. Uno por cada tubérculo, hortaliza y gramínea de nuestro vasto portafolio agrícola (y mejor ni hablar de Miss Tanguita). Much@s crecimos viendo el Reinado Nacional de Belleza como los gringos el Superbowl (en mi casa, era con libreta en mano para calcular los puntajes), e incluso después de pasar la barrera de la edad consciente (no hace mucho, en mi caso), algun@s seguíamos viéndolo como si se tratara del mayor guilty pleasure, ese que disfrutamos a sabiendas de que perdíamos algo importante en el acto... COHERENCIA. Pero con el tiempo, se hace cada vez más claro, los reinados, como las corridas de toros, son cosa del pasado, "tradiciones" venidas a menos a medida que la sociedad las comienza a entender como obsoletas y violentas; sí, violentas. De las corridas no pienso hablar acá, ese tema me hierve la sangre; de los reinados ya he hablado antes, por lo general con una mirada superficial y burlona (los vestidos dan mucho material), pero creo que ya vale la pena hacer un análisis serio. Los concursos de belleza, en mi humilde opinión, sí encierran algo (si no mucho) de violencia contra la mujer, de hecho encierran todo eso contra lo que por décadas hemos peleado: que no nos traten como a un pedazo de carne, que no nos juzguen, comparen y califiquen (hasta numéricamente) por nuestra belleza exterior, que los cánones de belleza no sean motivo de angustia para miles de niñas que crecen con ideales físicos que acaban con su autoestima antes de que puedan construirse una. Y es que el reinado, como las corridas, saca al cavernícola que todos llevamos dentro... solo que con el reinado, las ocurrencias, los vestidos, las respuestas, desvían el circo hacia lo divertido, gracioso y burlón, por eso muchos terminamos, de una u otra forma, alcahuetéandolo y siendo parte del problema. Pero el fondo del asunto es sencillo: premian solo la belleza, el resto de la mujer, no importa (de hecho, si responde alguna barbaridad, mejor, más rating); y el simple hecho de seguir enalteciendo estos ideales, tiene repercusiones tan profundas como una sociedad volcada a la búsqueda de la perfección física, a costa de bisturíes, riesgos, etc... mismos efectos de la narcoestética que, para refrescar memorias, derivó de la necesidad de los narcos de mostrar su capacidad de tener a las mujeres más bellas, muchas de ellas reinas, y al afán de las niñas del común por replicar esos ideales de belleza, por compararse, calificarse, ponerle un puntaje a su belleza...
Ahora, el que la nueva Miss Universo sea colombiana claro que ayuda al momentum que vive el país, eso es innegable, pero no por ello los reinados van a volver a tener el apogeo que tuvieron antes en Colombia, cuando por lo menos comunicaban moda, porque así se hayan perdido en el camino, fueron un vehículo importante de información de tendencias. Yo, con esta corona, en lugar de animarme a seguirlos viendo, renuncio oficialmente a los reinados. Porque, además de todo lo dicho, no les parece una corona de contentillo (seamos honestos, si se trataba de belleza, qué pasó con Carolina Gómez?) en un momento en que el reinado y Mr. Trump necesitan más al país de reinas que nosotros una corona?. Tan están al borde de la extinción los reinados de belleza que no hubo forma de realizar el mayor de todos el año pasado (por falta de patrocinios y lugar), y por eso, este año, tenemos dos señoritas Colombia (ambas bellísimas y con personalidades arrolladoras). Creo que ni siquiera vale la pena desgastarse con ese tema, la evolución y los reinados solitos se encargarán de su exterminio -aunque esta corona llega como gasolina para este país de reinas y "coronaciones"-... pero antes de que eso pase, yo renuncio a ellos y me encargaré de que mi hija (aún no nacida, ni concebida) no los siga mientras su consciencia dependa de mí.
Colombia debe ser el país donde se realiza el mayor número de reinados en el mundo. Uno por cada tubérculo, hortaliza y gramínea de nuestro vasto portafolio agrícola (y mejor ni hablar de Miss Tanguita). Much@s crecimos viendo el Reinado Nacional de Belleza como los gringos el Superbowl (en mi casa, era con libreta en mano para calcular los puntajes), e incluso después de pasar la barrera de la edad consciente (no hace mucho, en mi caso), algun@s seguíamos viéndolo como si se tratara del mayor guilty pleasure, ese que disfrutamos a sabiendas de que perdíamos algo importante en el acto... COHERENCIA. Pero con el tiempo, se hace cada vez más claro, los reinados, como las corridas de toros, son cosa del pasado, "tradiciones" venidas a menos a medida que la sociedad las comienza a entender como obsoletas y violentas; sí, violentas. De las corridas no pienso hablar acá, ese tema me hierve la sangre; de los reinados ya he hablado antes, por lo general con una mirada superficial y burlona (los vestidos dan mucho material), pero creo que ya vale la pena hacer un análisis serio. Los concursos de belleza, en mi humilde opinión, sí encierran algo (si no mucho) de violencia contra la mujer, de hecho encierran todo eso contra lo que por décadas hemos peleado: que no nos traten como a un pedazo de carne, que no nos juzguen, comparen y califiquen (hasta numéricamente) por nuestra belleza exterior, que los cánones de belleza no sean motivo de angustia para miles de niñas que crecen con ideales físicos que acaban con su autoestima antes de que puedan construirse una. Y es que el reinado, como las corridas, saca al cavernícola que todos llevamos dentro... solo que con el reinado, las ocurrencias, los vestidos, las respuestas, desvían el circo hacia lo divertido, gracioso y burlón, por eso muchos terminamos, de una u otra forma, alcahuetéandolo y siendo parte del problema. Pero el fondo del asunto es sencillo: premian solo la belleza, el resto de la mujer, no importa (de hecho, si responde alguna barbaridad, mejor, más rating); y el simple hecho de seguir enalteciendo estos ideales, tiene repercusiones tan profundas como una sociedad volcada a la búsqueda de la perfección física, a costa de bisturíes, riesgos, etc... mismos efectos de la narcoestética que, para refrescar memorias, derivó de la necesidad de los narcos de mostrar su capacidad de tener a las mujeres más bellas, muchas de ellas reinas, y al afán de las niñas del común por replicar esos ideales de belleza, por compararse, calificarse, ponerle un puntaje a su belleza...
Ahora, el que la nueva Miss Universo sea colombiana claro que ayuda al momentum que vive el país, eso es innegable, pero no por ello los reinados van a volver a tener el apogeo que tuvieron antes en Colombia, cuando por lo menos comunicaban moda, porque así se hayan perdido en el camino, fueron un vehículo importante de información de tendencias. Yo, con esta corona, en lugar de animarme a seguirlos viendo, renuncio oficialmente a los reinados. Porque, además de todo lo dicho, no les parece una corona de contentillo (seamos honestos, si se trataba de belleza, qué pasó con Carolina Gómez?) en un momento en que el reinado y Mr. Trump necesitan más al país de reinas que nosotros una corona?. Tan están al borde de la extinción los reinados de belleza que no hubo forma de realizar el mayor de todos el año pasado (por falta de patrocinios y lugar), y por eso, este año, tenemos dos señoritas Colombia (ambas bellísimas y con personalidades arrolladoras). Creo que ni siquiera vale la pena desgastarse con ese tema, la evolución y los reinados solitos se encargarán de su exterminio -aunque esta corona llega como gasolina para este país de reinas y "coronaciones"-... pero antes de que eso pase, yo renuncio a ellos y me encargaré de que mi hija (aún no nacida, ni concebida) no los siga mientras su consciencia dependa de mí.
Para estar en desacuerdo con algo, no hace falta hablar mal de ello.
ResponderEliminarGRACIAS POR DECIRLO ITA!!! AMEN SISTAH. ESO NOS HA HECHO MUCHO DAÑO.
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